Para todos los que en uno y otro bando esperan un gol de su equipo. Para los que a pesar del negocio y la eficacia van a la cancha.
Por Rodrigo Quiroz Castro
Francisco Mouat es grande como un oso y no le gustaría morir antes de ver a Audax Italiano campeón. Tampoco le gustaría irse sin ver alguna novela suya publicada por Anagrama.
Odia los partidos amistosos por cuestión de principios y dedica sus libros a fotógrafos de revistas extintas.
Escribió de fútbol en las revistas Apsi y Hoy. En está última le tocó cubrir El Mundial de Italia 90 como enviado especial, donde compartió con el escritor argentino Osvaldo Soriano y despachó sus notas desde el hogar de los Inti Illimani en Roma.
Dirigió la Revista Don Balón desde 1992 hasta mayo del ’97. Hoy recuerda los turnos hasta tarde eligiendo fotos para la publicación. Desde 1998 a la fecha (N.de la R: Está entrevista se realizó en 2002 y desde luego, mucho agua ha pasado bajo el puente) es editor de La Revista del Domingo en Viaje del diario El Mercurio. Acaba de publicar el libro Nuevas cosas del fútbol.
Y si las historias de fútbol no existieran
-Naciste el año 1962 y siete años después fuiste por primera vez al estadio a presenciar el duelo entre Audax Italiano y Santiago Morning. ¿Ahí te enamoraste del fútbol?
-En ese momento ocurrió. Mi primera conexión con este universo viene de ahí. Fui como la mayoría de los cabros chicos que comienza a jugar a la pelota. Después de la escuela me llevaba el divertimento del fútbol al barrio. Así uno se hace pelotero, da lo mismo si eres bueno o malo, la cuestión es que te guste.
-¿Sigues asistiendo al fútbol con frecuencia?
– Voy al estadio, veo mucho fútbol, vi los partidos finales de la Copa Libertadores…
-¿Qué te parecieron?
– Buenos. Emocionantes. La recuperación de Olimpia en San Pablo me pareció extraordinaria.
-¿Es distinto ver un partido en que uno no involucra sentimientos?
– Es distinto. Los partidos amistosos no me interesan por principio. No jugar a nada apesta.
“Después de la escuela me llevaba el fútbol al barrio. Así uno se hace pelotero, da lo mismo si eres bueno o malo, la cuestión es que te guste”.
-Tu eres hincha de la U, después de salir varias veces campeón la “U” perdió cierto misticismo que otorga el fracaso…
-La U se metió en una vorágine exitista impresentable. Yo no comulgo con ese discurso muy argentino que dice “hay que ganarlo todo, ser segundo es un fracaso”. Todo ese discurso alimenta delirio y soberbia profunda.
-¿Qué buscas en el fútbol?
-Espectáculo. Que mi equipo me entretenga, que juegue bien. Ganar es notable, pero convertir el triunfo en la única meta es una soberana estupidez. Es chatura espiritual. Además es voceado por gente idiota. Perder es parte de la vida. Cabréate cuando tus jugadores no pongan sangre, cuando estén más preocupados de que les paguen.
No habrá otro gordo Soriano
-¿Cómo concilias la libertad de jugar libre con el mercado que compra y vende eficacia?
-Yo no estoy en contra de la eficacia. Pero la eficacia no puede ser un valor absoluto.
-¿Y hay valores absolutos?
-Ni en el fútbol ni en la vida hay valores absolutos, salvo la muerte. Es el único valor absoluto.
-¿Qué autores te han influenciado?
-Cientos. Toda la buena literatura que he leído me a influenciado de alguna manera. Herman Melville, Richard Ford, Paul Auster, Raymond Carver, Sam Shepard, Jorge Luis Borges, Joaquín Edwars Bello, Benjamín Vicuña Mackenna, Roberto Merino, Martín Hopenhayn, Alberto Rubio, Jorge Teilleir, Albert Camus… podría seguir eternamente, pero mi biblioteca siempre va a ser una biblioteca imperfecta desnuda y vacía.
“Conocí a Osvaldo en julio de 1987, cuando la Revista Apsi lo invitó a Chile. Estábamos en plena Copa América (…) Volvimos a encontrarnos en el Mundial de Italia, cuando él ejercía uno de los trabajos más envidiables que un hombre puede tener: escribir en vivo y en directo para el diario Il Manifesto una columna sobre el Mundial… Lamentablemente para nosotros, el miércoles 29 de enero de 1997, el día en que Soriano murió de cáncer al pulmón, el destino una vez más rayó la cancha y el fútbol perdió para siempre a uno de sus mejores narradores”, escribe en su libro Nuevas Cosas del Fútbol.
‘-¿Y Osvaldo Soriano te influyó?
-Mucho, he leído casi todos su textos y todas sus historias de fútbol. El humor es una clave en torno al fútbol, siempre pongo distancia de lo absurdo que puede llegar a ser el fútbol. Hay que reírse…
-¿Cual es el mejor jugador que has visto en un campo de juego en vivo y en directo?
–Maradona -dice sin dudas-. El más talentoso que he visto en el extranjero y Claudio Borghi en Chile. Hablamos de talento puro, de tipos que tienen ojos en la espalda, que ven el fútbol como desde una torre. Bestias que hacen lo que imaginan.
“Perder es parte de la vida. Cabréate cuando tus jugadores no pongan sangre, cuando estén más preocupados de que les paguen”.
-¿Quién te gustaría como técnico de Chile?
-No concuerdo con el sentimiento chauvinista que se adueña de la selección. El fútbol chileno nunca ha sido competitivo, nunca ha ganado un torneo sudamericano. No podemos pedirle peras al olmo.
El encanto del papel
“A los fotógrafos, por los turnos hasta tarde eligiendo las fotos para Don Balón’, escribe Francisco en la dedicatoria de su último libro.
Al preguntarle por la versión chilena de la revista española, Mouat mastica el chicle del desencanto. “Don Balón terminó tristemente, porque su gestión fue deficitaria y no había energía capaz de sostenerla”.
-El Gráfico de Argentina dejó de ser un semanario ¿Se puede interpretar como la muerte del periodismo deportivo escrito a nivel de revista?
-A El Gráfico lo mataron los diarios deportivos. Directamente la aparición del Diario Olé del Grupo Clarín. Pero ojo que no sólo la aparición de Olé, ni la crisis económica mató a El Gráfico en Argentina. No sólo la asociación del Gráfico con el Mercurio afectó a Don Balón. En Chile, el periodismo deportivo de revista se ha visto afectado porque el grueso de la inversión publicitaria en el mundo deportivo está en la Televisión. (…)
-¿Cómo estás en La Revista del Domingo?
-Muy bien. Estos años han coincidido con la publicación de tres libros, lo que es un indicador positivo, sobre todo en un momento periodístico crítico y malo, donde las posibilidades de desarrollar investigación desaparece de los medios y queda como una aventura personal a través de los libros.
“Me interesan las personas que no tienen gran figuración social pero que esconden historias dignas de ser rescatadas y contadas”.
-¿Tienes algún proyecto literario para el futuro?
-Estoy trabajando en algo pero sin presión temporal.
-¿Qué estas preparando?
– Estoy trabajando en una historia que algo tienen en común con el “Empampado Riquelme” y “EL Teniente Bello y otras pérdidas”. Me interesan las personas que no tienen gran figuración social pero que esconden historias dignas de ser rescatadas y contados – dice mirando el reloj.
-¿Que opinas de quienes ven al fútbol como el opio del pueblo. De escritores como Borges o Eco?
– Cada uno puede pensar lo que quiera respecto al fútbol y eso no hay que convertirlo en categoría de nada. Si a Borges no le gustaba el fútbol eso no dice nada de la literatura borgiana.
La conversación termina. Mouat enfila rápido hacia su oficina y en el aire queda el recuerdo de un gol de Caszely o la silueta de un hombre mayor escuchando el partido por la radio una tarde de fútbol.
Fragmento de entrevista publicada originalmente en el periódico electrónico Primera Línea en 2002. Levemente reeditada para esta publicación.
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